viernes, 13 de marzo de 2009

La carta


El otro día me escribí una carta que no llegué a enviar.
Llena de verdades y promesas, de objetivos sencillos, pero difíciles.
De esas que sustituyen a un examen de conciencia antes de dormir.
Y luego, al día siguiente, sentí haberme fallado a mí misma.
¿Es que me es más difícil controlar mis impulsos con la edad?
No debería. Debería poder sacar ese self-control tantos años trabajados.
Así que entonces pienso que es la rabia.
Que puede ser, pero no creo, porque cada vez siento menos, supongo.

Y, otro día, cuando sentencias en tres palabras un punto y final, y le das al send dejas de esperar. Y es entonces cuando recibes palabritas tan dulces como hace años, de esas que de repente vuelven a sonar a cercanía. Y te vienen a la cabeza momentos, sensaciones, ideas, planes. Muchos rotos, otros no. ¿Hasta cuando dejar la puerta abierta? Porque si la cierro, las echo de menos.